“Me muevo por retos y emociones. Cuando cruzo la meta, lo menos importante es el resultado, me quedo con las sensaciones y la experiencia vivida”, sentencia Andreu Blanes, ya en casa tras su segundo puesto en Zegama, una de las citas más místicas del trail running.
Las secuelas de la carrera todavía las nota en su cuerpo tras sufrir un par de caídas y un fuerte golpe en las costillas. Los 42 kilómetros y más de 2.700 metros de desnivel positivo del recorrido le han dejado, en sus propias palabras, “una resaca física que no he tenido en mi vida”.
Blanes pasó de la orientación al atletismo. Coqueteó con el trail. En 2022 ganó Sierre-Zinal. Fue segundo en meta pero ascendió al primer puesto tras la descalificación del keniano Marc Kangogo por dopaje. Luego se centró en el tartán con el objetivo olímpico de París que ya buscó en el ciclo anterior con destino a Tokio.
Al final, se quedó sin el billete para los 3.000 metros obstáculos. Cerró este capítulo y se centró de lleno en el trail. “Si aspiraba a otro ciclo olímpico hipotecaba hacer trail en una etapa de mi carrera de pleno rendimiento. Con 33 años me considero joven. Lo he pasado bien en la pista, pero estoy en modo trail. Me gustaría combinarlo con algún maratón en asfalto”, asegura.
Si aspiraba a otro ciclo olímpico hipotecaba hacer trail en una etapa de mi carrera de pleno rendimiento
Se estrenó en el de Valencia en diciembre de 2024 con un tiempo de 2:09:18. La planificación, con sus entrenadores Juan del Campo y Luismi Martín Berlanas, pasaba este 2025 por el Mundial de trail de Canfranc como gran objetivo. Antes, el campeonato de España de trail en Ibiza (quedó campeón), Zegama y el regreso a Sierre Zinal, ahora en duda. “No lo descarto seguro, pero depende de cómo me recupere”, afirma Blanes.
El corredor de Onil (Alicante) disfrutó al máximo de Zegama. Había visto imágenes, pero nada comparado a estar en in situ: “Me impresionó que hay gente en los 42 kilómetros de recorrido. Te dejas llevar por el espíritu de la carrera. Mi hermana me dijo que ni se me ocurriera levantar los brazos para saludar en la subida al Sancti Spiritu, que todo ahorro de energía suma, pero al final fue imposible no hacerlo”, rememora.
Hace cuatro semanas, una bacteria estomacal le puso en jaque en la recta final de su preparación. Costó encontrar un diagnóstico. Nada comparado a lo que sufrió a principios de 2022 por los efectos que le dejó la tercera dosis de la vacuna contra el COVID. “Me asusté, no fueron los fantasmas de la vacuna porque peligraba cómo llegaría a Zegama Además me jugaba bastante a nivel de contrato, de demostrar que sigo estando ahí. Esa gestión mental fue bastante difícil”, reconoce. Quizá por eso estalló de júbilo al entrar en la meta de Zegama. Abrió los brazos. Gritó al cielo. Se arrodilló. “Veo ahora esas imágenes y me da vergüenza de como soy capaz de hacer eso, pero me encanta no pensar y sólo soltar lo que llevo dentro”, explica.
En 2023 firmó su primer contrato profesional con Hoka. A pesar de no entrar en los Juegos de París renovó pero en condiciones diferentes. “Mi valor de mercado bajó bastante. Renové un año en condiciones un poco difíciles. Me toca volver a demostrar de lo que soy capaz y de que lo de Sierre Zinal no fue cuestión de suerte. Esa presión externa existe, pero a mí me gusta, es parte del juego”, señala.
Ganó aquella carrera en diferido. Se queda con aquel momento en el que adelantó a Kilian Jornet y no se lamenta por no haber entrado en meta como campeón ni subir al primer peldaño del podio. “Te roban un poco de dinero y de recupercusión pero me jode más cuando te quitan vivir la experiencia. Me pasó en el Europeo de cross de 2023. Me quedé como reserva. Luego, pasados unos meses, uno de los que corrieron dio positivo [se trata de Ouassim Oumaiz, que dio positivo en un control de principios de 2024]. Ahí sí sentí que me robaron las emociones de vivir un evento así”, explica.
El cautivador ambiente del trail running
- El ambiente que rodea toda carrera de trail running no deja a nadie indiferente. Blanes lo sabe muy bien. En Zegama también lo experimentó su entrenador, Luismi Martín Berlanas. “Estuvo todo el fin de semana junto con mi familia en la casa que cogimos. Creo que lo ha disfrutado. Él viene del atletismo y esto es algo nuevo para él. Le veía la cara y le veía disfrutar como un niño pequeños”, explica el vigente campeón de España de trail.
Blanes habla del contraste entre un trail y otros eventos atléticos. En el Maratón de Valencia, por ejemplo, vivió cómo la élite tiene su propio espacio propio, el silencio que reina en el calentamiento y la tensión previa a la carrera. En el otro extremo, Zegama. “Salí a calentar con mi amigo Antonio y te mezclas con la gente que está en la calle, en los bares desayunando, no hay carpa vip... Es diferente, ni mejor ni peor, pero vivir esas dos experiencias me parece curioso y agradable a la vez”, apunta.
La conversación retorna a su concepción del deporte. “Si sólo piensas en el resultado, te puede llevar a sitios oscuros como el dopaje y las trampas. Cuando en Zegama entras en el pueblo te da igual a todo, es como la presa que revienta y llega una riada de emociones. Es para lo que vivo y trabajo. Claro que buscas un resultado, pero, entre comillas, me da igual. Cuando cruzas la línea de meta es lo menos importante. Lo que queda es lo que vives como en Zegama donde lo he dado todo, con la familia apoyándote, hemos superado lo de la bacteria, lo del contrato, tres meses de preparación total... que más puedo pedir"
El Mundial de Canfranc (25 al 28 de septiembre) asoma en el horizonte. Blanes fue sexto en el de Tailandia de 2022 en la modalidad de más corta (10,7 kilómetros de recorrido) y plata con España en la clasificación por equipos. “Me planteo esta vez dar el salto a la distancia maratón. A los africanos les cuesta más gestionar esta carrera. En la más corta veo las medallas fuera de mi alcance. En Tailandia estuve cerca de mi límite y fui sexto”, afirma.
Un buen resultado le permitirá “tener más cartas en mi mano para renovar mi contrato”, apunta. En el futuro quiere correr otro maratón en asfalto y estar en la salida del Ultra Trail del Mont Blanc en la prueba OCC (50 km), siempre sin perder su esencia y, sobre todo, disfrutar de cada metro que corre.
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