Punto final a la temporada de escalada en el Everest. Aunque es posible que tanto en el lado nepalí como en el chino queden algunas expediciones en el campo base, será raro que hagan cumbre en los 8.848 metros que marcan el límite del globo terráqueo por arriba.
La temporada, como viene sucediendo desde hace años, ha vuelto a ser de vergüenza. Con una permanente sensación de parque temático, se han vuelto a repetir las imágenes de las largas colas de los montañeros para acceder a la cumbre, o las aglomeraciones para acomodarse en el campo 4, a 8.000 metros, antes del ataque final. Por supuesto, casi todos los montañeros van equipados y auxiliados con las bombonas de oxígeno —sólo un 3% sube a pulmón— y con la correspondiente asistencia de los sherpas que les regulan las bombonas, se las cambian, les abren la ruta, portean bultos, montan y desmontan los campamentos de altura... No en vano, la comunidad sherpa reconoce a los occidentales que llegan a la montaña como “clientes” y esa es la relación que mantienen con ellos: una mera transacción comercial. Ellos pagan y los sherpas trabajan. El coste medio de lo que puede llegar a desembolsar uno de estos clientes por todos los servicios es de 50.000 euros.
Según el Departamento de Turismo de Nepal, 694 personas alcanzaron la cima del Everest desde el lado nepalí hasta el 27 de mayo. Esto incluía a 257 escaladores extranjeros, nueve nepalíes con permisos de escalada, 421 sherpas y guías de alta montaña, y siete del equipo de fijación de cuerdas. Nepal ha emitido 468 permisos para el Everest esta temporada.
La ruta sur de Nepal ha sido, como cada temporada, la más concurrida pero se estima que cien montañeros también alcanzaron la cima desde la vertiente norte del Tíbet. Esto eleva el número total estimado de ascensiones esta temporada a cerca de 800, con sólo dos muertos, convirtiendo 2025 en uno de los años más activos en la historia de la escalada del Everest.
Más basura
Aunque se han hecho avances en este sentido, la gestión de recogida de residuos en el Everest sigue siendo un problema importante. Cada temporada se generan 75 toneladas de basura.
Y no sólo es ese el problema, ya que se extraen 12.000 litros de agua del glaciar para consumo humano o se llegan a quemar hasta 450 litros diarios de queroseno. Eso, en el campo base. Más arriba, a 8.000 metros, pueden llegar a acumularse hasta mil kilos de basura. Todo un problema.
El gas xenón: lo que faltaba
Por si la polémica de la masificación y el uso del oxígeno no fuera suficiente, este año hemos asistido a otro novedoso método que viene a horadar aún más la pureza que se le supone a la batalla entre el ser humano y la montaña.
Cuatro exmilitares británicos, incluyendo al parlamentario Al Carns, lograron escalar el Everest en menos de una semana desde su salida de Londres. Esta “hazaña” fue posible gracias a un innovador método de preaclimatación que combinó entrenamiento en tiendas de hipoxia y la inhalación de gas xenón.
El gas xenón, tradicionalmente utilizado como anestésico, puede estimular la producción de eritropoyetina (EPO), la hormona que incrementa la cantidad de glóbulos rojos, mejorando la capacidad del cuerpo para transportar oxígeno en altitudes elevadas. Aunque la Agencia Mundial Antidopaje prohibió su uso en 2014, el alpinismo no está regulado por estas normas y tiene la puerta abierta a cualquier método para asaltar la cumbre.
Usamos el xenón para hacer la escalada más limpia y más segura
Lukas Furtenbach es quién guió a esta peculiar expedición y justifica así el uso del gas xenón: “La razón por la que estamos trabajando con xenón es para hacer la escalada más segura, para proteger a los alpinistas del mal de montaña. Podemos ver a personas que mueren en el Everest cada año y esto puede ser un paso para mejorar la situación y hacer que escalar montañas de gran altitud sea más seguro”.
Y además muestra su lado ecologista: “Los desechos humanos son uno de los mayores problemas en el campamento base del Everest. Si las personas pasan una semana allí en comparación con ocho semanas, es una reducción del 75% en los desechos humanos. Es una enorme reducción de basura en la montaña, y también de recursos que tienen que ser llevados al campamento base y subidos a la montaña”.
La polémica está servida porque Lukas Furtenbach quiere empezar a lanzar paquetes que ofertan la cima del Everest en un plazo de 15 días desde que sales de casa hasta que vuelves. El montañismo tradicional, el de toda la vida, ve en este tipo de operaciones una agresión a la montaña y al propio deporte.
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