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Muchas personas se han visto obligadas a abandonar el país en el que nacieron. En algunas ocasiones de forma temporal y, en otras, de forma permanente. La guerra, la economía, la falta de oportunidades, las enfermedades o el empleo pueden ser algunas de las motivaciones que alguien puede tener para abandonar su país. Sin embargo, sea por el motivo o periodo de tiempo que sea, esta experiencia no suele ser agradable. Atrás dejas tu cultura, el lugar en el que naciste, tu lengua y, en múltiples veces, tu familia. Así que, aunque pensemos que emigrar no tiene consecuencias psicológicas, sí que las tiene según los expertos y puede ser extremadamente duro para quien se ve obligado a hacerlo.
Cómo puede impactar en nuestra mente emigrar
Los expertos reconocen que dejar tu lugar de origen por un tiempo prolongado afecta negativamente a tu mente.
Existe un proceso que se denomina duelo migratorio y que implica la pérdida o desarraigo de la cultura propia, amigos, familia y sentido de pertenencia al país del que se procede. Algunos de los síntomas son la tristeza, la melancolía, la ansiedad, la depresión o el estrés postraumático cuando no se gestiona de la manera correcta. Además, esto ligado a los cambios drásticos en las costumbres, puede hacer que exista cierto desafío a la hora de adaptarte. Los cambios en el idioma, en las normas, en el sistema... pueden ser complicados de gestionar, sobre todo en los incios.
También se pueden experimentar cambios positivos como las modificaciones en la percepción de la realidad, que pueden generar que exista una mayor flexibilidad cognitiva; o la mejora de resiliencia y capacidad de adaptación. Además, se experimenta una mayor conciencia de la diversidad cultural existente y se suele aumentar la tolerancia hacia todo tipo de personas y culturas.
Priorizar la salud mental en el proceso migratorio
Cuando se lidia con un proceso migratorio se deben tener ciertas medidas de prevención para no sufrir los problemas mentales mencionados previamente.
Buscar apoyo profesional es fundamental para poder procesar de forma adecuada todas las emociones relativas a la migración y hacer más sencilla la adaptación al nuevo entorno. Además, las redes de apoyo sólidas en el país de origen y en el nuevo pueden ayudar a reducir el gran impacto emocional que este cambio supone.
También es relevante tener cierta autoconciencia de las emociones que se están sintiendo o padeciendo. Ser conscientes de la situación que atravesamos es importante para ponerle un remedio adecuado a aquello que nos sucede.
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