Desde que llegó al Real Madrid, Kylian Mbappé no ha podido demostrar su poderío físico y su punta de velocidad (37,9 km/hora), dos virtudes claves en su condición de uno de los mejores jugadores del mundo, si no el mejor. No pudo descansar adecuadamente en verano (entre el ajetreo de su fichaje y la fractura en la nariz) y su pretemporada no sólo fue muy corta (por no decir inexistente), también de poca intensidad.
Las consecuencias no se han hecho esperar. Primero, una lesión muscular que en principio parecía más complicada y al final se quedó en una contractura que le tuvo apenas una semana inactivo. Después, un regreso a la competición sin chispa, lento, incapaz de ganar un duelo. En definitiva, muy lejos de esa frescura fundamental para salir airoso de cualquier situación con y sin balón.
El acuerdo con Francia para liberarse de los compromisos con la selección era necesario. El jugador, conocedor de que sus sensaciones físicas no son buenas, se ha puesto manos a la obra en busca y afronta una minipretemporada para recuperar la mejor versión. ¿Cuáles son los objetivos físicos y tácticos? La prioridad es mejorar la punta de velocidad. Para ello hay que mejorar la fuerza, concretamente la fuerza relativa (potencia por kilo de peso corporal). Si eres potente, eres veloz.
Ese trabajo específico lo llevará a cabo en el gimnasio, donde el principio de sobrecarga será básico (es el esfuerzo físico selectivo para estimular la respuesta deseada sin producir agotamiento o esfuerzo indebido). Después, la mejora de su VO2 (volumen de oxígeno máximo) será primordial para que con balón los esprints, cambios de dirección, frenadas y aceleraciones que elevarán su frecuencia cardíaca por encima de las 160 pulsaciones por minuto pueda repetirlos más de 100 veces, ya que la capacidad aeróbica (VO2) le garantiza en pocos segundos (30-40) una recuperación completa.
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