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“Lo podemos volver a hacer”. No, no piensen que esa frase se escuchó en el Santiago Bernabéu después de eliminar al Manchester City en la repesca de los octavos de final de la Champions League. Esta frase apareció en medio de una reunión al más alto nivel en Valdebebas, al día siguiente de la disputa del derbi, el mismo partido, en el que en el descanso, Carlo Ancelotti habló con franqueza y a la cara de lo que estaba pasando y, sobre todo, de lo que podía pasar, que iba mucho más allá de las inmediatas sustituciones a los cinco minutos de la segunda parte, tal y como contó este periódico.
Ese Real Madrid que llegó con dudas y con el marcador en contra al tiempo muerto en el partido del Atlético de Madrid, se transformó en un equipo con todas sus letras. Los cuatro llamados a ser referencia ofensiva del once blanco (Rodrygo, Bellingham, Mbappé y Vinicius) entendieron que debían dejar atrás sus intereses en busca del bien común. Cambió el gesto y la implicación, provocando el efecto contagio en el resto.
Cambio radical y efecto contagio
La segunda parte nada tuvo que ver con la primera, ni tampoco la imagen del equipo en el Etihad, ni el tiempo en el que se pudo jugar al fútbol en Pamplona, ni, por supuesto, en la vuelta ante el City, que sirvió para demostrar que la frase dicha dos semanas atrás volvía a ser cierta y que en el momento más complicado de la temporada el equipo vuelve a creer y Ancelotti logra, una campaña más, lo de convencer a todos que se puede pelear por todo y ahí incluye LaLiga, Copa y, por supuesto, Champions League.
Fin a los rumores
Ese cambio en la mentalidad de todos, llega tras momentos de duda, pero también con un mensaje claro y directo al cuerpo técnico y que servía para que la confianza se convirtiera en protagonista del día a día en Valdebebas. “No hemos hablado con nadie, con entrenador alguno”. Se lo hicieron llegar al técnico en medio de una tormenta de rumores que no ayudaban en nada a la credibilidad del mensaje al grupo y a la afición en plena temporada.
El caso es que los nubarrones desaparecieron y pese al ruido arbitral, plantilla y cuerpo técnico han conseguido volver a sacar la cabeza, encontrando las soluciones a los problemas tácticos y de nombres dentro de las cuatro paredes de Valdebebas.
Asencio, Tchouameni y el toque Valverde
Por un lado la irrupción y confirmación de Asencio (pese a la falsa leyenda instalada, tan solo ha dejado de jugar un partido desde que apareció ante Osasuna), el dar vida a Tchouameni lejos de la puntilla que muchos pedían, convencer a los cuatro de arriba, dejar que Ceballos diera sentido y el toque, dejar colocar a Valverde de lateral derecho (previsto de antemano para ciertos partidos). La idea estaba ahí y se le dio forma definitiva tras la lesión de Lucas Vázquez. No ha sido por casualidad y de hecho, el uruguayo está empezando a disfrutar de la posición y su influencia en el juego.
Otros gastan 200 millones en invierno y el Real Madrid ahorra y tira de recursos y de la capacidad del cuerpo técnico para buscar soluciones y adaptar al equipo a lo que mandan las circunstancias, esas que no parecen poder con el once blanco cuando suena el himno de la Champions League, ese que transforma al Real Madrid. El siguiente reto, recuperar la mejor versión de Camavinga, que será importante en lo que queda de temporada.
Jugar con los cuatro de arriba ha quedado demostrado que no era una utopía y que puede ser una realidad. No ha sido fácil, justo el tiempo en el que se han aparcado los egos y se han puesto al servicio del colectivo. Y la realidad es que la mejor versión del Real Madrid ha vuelto y lo ha hecho para pelear por los cuatro títulos que todavía tiene por delante.
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