La jugada infinita. Así describía Alfonso Puras en el tercer tiempo la combinación de ataque realizada por el Liceo para anotar el ensayo definitivo que le haría remontar el resultado y hacerle volver a División de Honor dieciocho temporadas después.
Una jugada para la historia, sí. Para poner a todos los jugadores del Liceo de nuestra Escuela y Academia antes de cada temporada. Para aprender lo que significa la paciencia. Para saber lo que es: sufrir, tener la cabeza fría, contar con la técnica de pase para no perder un balón que hubiera dado al traste con un sueño (pilieres y segundas aseguraban la posesión como si fueran finos aperturas), conocer el reglamento para no cometer un antijuego, contar con la disciplina suficiente para no protestar, manejar recursos variados desde el handoff al salto... Así juega el Liceo.
Pongamos el contexto.
En el minuto 47, los de Fernando Díez contaban con una ventaja en el marcador de 19 puntos (27-8), pero el buen juego del Gernika y dos expulsiones consecutivas en los minutos 64 y 67 permitieron la remontada de los visitantes que llegaban al minuto 77 con un 27-29. El recuerdo del año pasado, en la que caímos en El Cantizal en la última jugada en el playoff ante Indus, se cernía sobre la ‘marea azul’ que abarrotaba el Urtubi.
Hubo un golpe de Adrián, esquinado que nos hizo contener la respiración. Fuera. Nos hubiera puesto 30-29.
El Gernika despejó y mandó el balón a nuestra línea de veintidós con tan mala fortuna que Tano pisó fuera. Saque de línea para Gernika y el árbitro indica "última jugada". Una bala en el cartucho, aunque con lanzamiento para los visitantes, sólidos en esa faceta del juego, si la obtenían y pateaban fuera del campo, decíamos adiós al sueño y Gernika a DH.
Pero los del Liceo creyeron. Creyeron los que tiraron a Puras al aire para que robara la touche en la primera torreta. Creyeron los que acumularon las fases. Creyeron los que pasaban el balón y avanzaban. ‘Este es nuestro p* campo’ decía el capitán Nacho en un reel que se haría viral. Y eso hicieron: defender el Urtubi.
140 segundos de jugada y veinte fases (una fase es cuando existe un placaje, ruck o maul que para el ataque; y obliga a empezar de nuevo. Para los no conocedores, ocho es nivel Francia; diez, nivel All Black; doce, Munster…)
Empezamos, el talonador visitante saca la touche.
Germán y Ceballos lanzan al recién incorporado Puras (tres Made in Urtubi) al aire, touche robada. Bota el balón. Drix lo recoge y choca contra la delantera. Primera fase.
Torán se la pone al venezolano Edu, otro de los impact players protagonistas.
Torán y Adri abren hasta la grada. Hay un ruck con Mati.
Cambia el sentido de ataque. Apertura al otro lado. Corre Spinelli, pasa a Edu de nuevo, buena internada de veinte metros del internacional vinotinto, con bicicleta incluida, ya estamos en medio campo.
Pick and go de Drix, handoff del flying fidjian. Penetra Torán, luego Borja. Parece rugby a trece
Apertura a la derecha. Choca el Tano. Torán abre más el campo. Chocan en la punta. Agotado el espacio, le toca el turno ahora al lado abierto. Golpea un delantero. Libera.
La charniere. Reverse a Borja.
Vázquez hace de medio mele. Offload de calidad de Florian a Adrián.
Salto a Drix. Contrapié que no sale. Placaje al lado de la caseta, ya estamos en veintidós.
Puras choca, libera, nadie la pierde. El entrenador de Gernika grita ‘sin golpes'.
Estamos enfrente de palos. En ese momento, Torán (me lo dijo en el tercer tiempo, me cundió la tarde, lo sé) buscó al Tano para que se tirase un drop. ‘Pepe, tio, veía que pasaba el tiempo y se nos iba a caer el balón. Pero pasó de mí’ (le habían taponado un botepronto anteriormente al argentino, y los ochenta minutos a treinta grados pesaban).
Torán vuelve a jugar hacia la Marea Azul otra vez, choca un tres cuartos. Se cambia de lado de nuevo. Choca Borja.
Torán a Florian al otro lado, dos zancadas del gigantón de Provenza, cerca de marca, gana la línea de la ventaja.
Choco y libero para un lado. Torán. Choco y libero para otro. Súper rápido, última fase. La defensa no podía más.
Y llega el milagro. Torán con spin hacia Tano, haciendo de apertura; Fontecha, a Adri haciendo de centro; y la coge Gabás que amaga el pase a Mati y pisa para dentro. Había un palmo de hueco y lo encontró.
Corre hacia los palos. Levanta el brazo y todos con los que hablé en los bares de la Avenida Machupichu –como el Sobu- donde disfrutamos del merecido tercer tiempo con la afición vasca* pensamos lo mismo ‘planta, planta,… que te sacan del campo’. Anota.
En ese momento, se produjo una invasión de campo que dejaba el marcador en el definitivo 32-29. Se agota el minuto de la transformación y no podemos convertir. Daba igual ya.
Los jugadores del Gernika se desploman. Drix se arrodilla y reza. El locutor del streaming se vuelve loco. Buba de A 5 Metros, no, el otro: el señor mayor nacido en el 68, como el Club. Estábamos en DH.
Sale un cartel de 'el Liceo, a primera', con un precioso logo para la nueva etapa. Bengalas, bufandas. Nachiviri levanta la Copa. Si no di cien abrazos, no di ninguno. 'El rugby nos lo debía', digo a todos. Lloro, con Pablo, con Tomi, con Josepa; fotos con Nacho, con Fernando. Cervezas, alegría máxima.
Haciendo patria gala, citaré a Napoleón: "La victoria tiene cien padres, la derrota es huérfana".
Para mí, esta victoria es esa jugada infinita; y sus ‘padres’ tres jugadores del Urtubi, que salen del banquillo para conseguir la heroica. No son los capitanes, no son los máximos anotadores, son soldados. El rocoso Puras, un activista; el cerebral Torán, capaz de dar continuidad a esa locura de fases; y Adri Gabás, un jugador especial, que volvía a casa. Tres tíos a los que quiero siempre en mi equipo, que no se irán nunca del club. Que con los años seguirán yendo al Urtubi como veteranos y ayudarán en lo que pueden.
Es rugby, es un grupo, no hay individualidades. Lo sé. Pero es nuestro modelo de chicos de la casa, tíos de club. Los made in Urtubi. Los que se quedan, los que nos quedamos.
#AllezLycée #VaportiPaco
*Emotivo el aplauso que brindamos a los integrantes del equipo basurde cuando bajaban del autobús y cuando se fueron. Serios pero, como dice Borges: “La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece". Uno que es pedante.
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