GOLF
Masters Augusta

Rory McIlroy se lanza a por el Grand Slam

Sin grandes desde hace 11 años, saldrá con dos golpes de ventaja sobre DeChambeau en busca del Major que le falta en la vitrina. Sólo cinco jugadores en la historia tienen la colección.

Rory McIlroy (35) celebra un eagle en el hoyo 2
Rory McIlroy (35) celebra un eagle en el hoyo 2
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Rory McIlroy se brindó la oportunidad de alcanzar el Monte Rushmore del golf mundial. El domingo 13 de abril de 2025 saldrá en el partido final del Masters de Augusta en busca de una victoria con la que completaría la colección de grandes, trofeos que dejó de levantar hace 11 años. Tiene un US Open, un British y dos PGA. Sólo cinco jugadores en la historia tienen la vitrina perfecta. Cuatro estadounidenses y un sudafricano. Gene Sarazen (1935), Ben Hogan (1953), Gary Player (1965), Jack Nicklaus (1966) y Tiger Woods (2000). Tiene dos golpes de ventaja con Bryson DeChambeau. Apenas distancia en un escenario implacable.

Los dos mejores pegadores del Masters frente a frente. Rory, 295 metros de media; Bryson, 300. El PGA Tour contra el LIV Golf. Europa contra Estados Unidos en año de Ryder Cup.Una posible revancha del US Open del año pasado. Las sensaciones frente a la ciencia. Un cartel inmejorable para la CBS, que necesita subir las audiencias como sea. 

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El norirlandés, 35 años, un golfista con una facilidad fabulosa para el juego, potente pegador, imaginativo, que flaquea a veces de cabeza y que en la bolsa desde 2017 lleva a Harry Diamond, un amigo de la infancia, empresario, padrino de su boda, en una decisión que muchos analistas no comprenden, podria enterrar además viejas deudas con el Augusta National, el campo que lo zarandeó en 2011 cuando a falta de 9 hoyos lo tenía en su mano -había salido con cuatro golpes de margen- y después de un triple bogey, un bogey y un doble bogey, entre los hoyos 10 y 12, terminó con 80 golpes y lágrimas en la cara. La gloria viene este año con el añadido de un cheque de 4,2 millones de dólares, el más grueso de la historia.

El inicio del sábado de Rory rompió todos los almanaques. 3-3-3-3-3-3. O lo que es lo mismo birdie-eagle-birdie-par-birdie-par. Ni Seve en la ronda final de 1983, con 3-3-4-2 alcanzó esos monstruosos registros. Pasó de ir dos golpes por debajo de Justin Rose a cuatro por encima del inglés, que se bloquea en los fines de semana en Augusta. Se llenó de bogeys antes del Amen Córner para retirarse de la pelea.

Como está escrito, McIlroy era el Enola Gay. A base de bombas, drivers de 310 metros o más, se dejaba hierros 9 y wedges en los segundos golpes. El golf parecía fácil en sus manos. Hasta coló un chip desde fuera en el 2, el primer par 5. El día del movimiento lo era con todas las letras para el golfista que camina a saltitos por el campo.

Era un ataque desbocado. El resto de competidores se movía modestamente con uno o dos aciertos. McIlroy, dos victorias este curso ya en el PGA Tour, parecía un gigante. Tiene mérito su Masters. El jueves en 30 minutos encajó dos doble bogeys para acabar la ronda al par y lo ha encajado de maravilla. Parecía que quería resolver el torneo el sábado.

Bryson DeChambeau, en la tercera jornada
Bryson DeChambeau, en la tercera jornada

No obstante, Augusta es un Vietnam en cada hoyo. A excepción del 14 que por no tener no tiene ni bunkers, aunque Rory salvaría el par ahí a duras penas, todos los tramos son difíciles por algo. Y McIlroy comenzó a drivear hacia la derecha. En el 7 la metió en el bosque y salvó el par con un gran tercer golpe; en el 8, el segundo de los pares 5, cayó en el bunker de salida y comenzaron los problemas. 

Empezó a sufrir en los greenes. Dos bogeys en tres hoyos. La diferencia cayó a la mínima con Corey Conners, el canadiense que le puede dar el domingo a Donald Trump, y Bryson DeChambeau, el preferido de los patrons -que los espectadores aquí no se llaman fans-, en una versión tan regular como los días anteriores (69 golpes). Mientras, Scheffler, el defensor del título y el número 1 del mundo, andaba desdibujado jugando en uno sobre par. Terminaría al par, un tanteo insuficiente para aspirar a algo.

Corey Conners celebra un birdie
Corey Conners celebra un birdie

McIlroy aprovechó los dos pares 5 de la segunda vuelta. El del 15 con otro eagle colosal. Lleva tres en este Masters, a uno de igualar un récord de Tiger (2010) y otros. A pesar del doble bogey del jueves suma un marcador de nueve bajo par en esos tramos. Es la licencia que permite Augusta. Quien no lo aproveche lo tiene en mandarín. Los aciertos le posibilitaron mantener con margen la cabeza en solitario. Repitió el 66 del viernes, una secuencia que el Masters no veía desde la irrupción de Jordan Spieth en 2015.

DeChambeau se entonó en los hoyos finales, desde el 15, para meterle más picante a una jornada final que se dibuja histórica. Embocó el putt del 18 de lado al lado de green. Las gradas lo celebraron como un touchdown. Habrá un nuevo chaqueta verde casi con toda certeza -Patrick Reed, el primero de los campeones, está a seis golpes. Si se consuma el triunfo de McIlroy, una nueva leyenda en este deporte. Si gana DeChambeau, seguramente, un golfista con cuatro vueltas por debajo de 70 habrá ganado por primera vez el Masters. Cameron Smith lo logró, sin éxito, en 2020, el año de la pandemia. El Masters sigue siendo algo único.

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