Comporta, el último territorio virgen de Europa, aclamado y encumbrado por Madonna, Sarkozy y Christian Louboutin, entre otros, ha encontrado en Sergio García un embajador para convertir a este exclusivo rincón en un destino de golf, que antes de 2030 concentrará en apenas 15 kilómetros cuatro campos. Será el primer proyecto del ahora capitán de los Fireballs en el LIV Golf en la Europa Occidental.
El grupo Vanguard presentará el próximo otoño su último club, Torre, el que pretende ser el referente mundial de campo de golf en sostenibilidad. Construido pegado a los arrozales, a un km de distancia de la playa, el límite que la ordenanza permite al ser zona protegida, la tecnología "va a permitir el proyecto más sofisticado de Europa en captación de agua, energía y construcción", avisa José Cardoso, CEO del conglomerado portugués que adquirió varias fincas de la zona después de la bancarrota del Banco Espirito Santo en diciembre de 2019.
Torre es el hermano menor de Dunas, abierto en octubre de 2023 con el diseño de David McLay-Kidd (par 71). Con una superficie tres veces menor que el campo que ya se ha colado entre los 10 mejores de la Europa continental, Sergio se ha tenido que esmerar para encajar en 365 hectáreas una obra que lleva su sello. "Me gustan los campos con greenes pequeños y doglegs", confiesa el ganador del Masters de Augusta. "Y luego he intentado jugar con calles estrechas y anchas, en función del hoyo, y añadir algunas cosas que me gustan a mí". Y cita como ejemplo el par 4 del hoyo 4 "porque se puede llegar de uno a green" y algo que siempre ha estado en su cabeza. "Siempre me han gustado los pares 3 cortitos. El 5 no tiene más de 160 yardas, pero tiene muchas posibilidades".
Torre es mucho más que 18 hoyos donde no ha tenido que haber un gran movimiento de tierras y se ha respetado el paisaje de dunas al máximo. Tanto Cardoso como su socio francés Claude Berda, una de las mayores fortunas galas, tuvieron claro lo que pretendían desde el primer momento: crear algo exclusivo, no tanto por su precio, como por el respeto por la naturaleza. Fue una visión tan directa como la manera en la que sellaron su primer acuerdo en Lisboa en 2015.
"Era sábado. El 10 de octubre. Había venido a verme a Lisboa y habíamos estado comiendo unas tapas por la ciudad", recuerda Cardoso. "Entonces estábamos dando un paseo y le dije vamos a hacernos un selfie (en el barrio de Graça). Era el primero que me hacía en mi vida. Y en la foto, detrás de nosotros, aparecía un cartel que ponía 'En venta'. La finca era bonita y Claude me dijo: ¿Sabes? Siempre me ha gustado esta ciudad. ¿Por qué no la compramos? Y nos dimos la mano y ahí empezó nuestra relación".
En esa apuesta por Comporta, al sur de Lisboa, los Hamptons portugueses en el 'filtrum' de la Península Ibérica, la obligación es la sostenibilidad. Se van a construir dos hoteles de lujo y un puñado de residencias, todas de madera, donde los propietarios colaborarán en la elevación de las mismas, respetando siempre la armonía y las pautas que marca el extremo cuidado de la naturaleza. "La madera absorbe CO2", recuerda Cardoso. "Y eso beneficia el ecosistema al contrario que lo hace el hormigón". El agua se extrae de los pozos, pero luego se reciclará para el riego de jardines y el campo de golf; la energía eléctrica será procedente de es solares y plantaremos más árboles para devolver en positivo a la naturaleza lo que le tomamos prestado". Entre Dunas y Torre se podrán practicar, además, gracias a la implantación de dos academias, otros 27 deportes como pádel, tenis, pickleball e incluso tendrá un campo de fútbol.
Con la llegada de la primavera, Torre recibirá algunos invitados privilegiados antes de la apertura de octubre. El interés en la zona de españoles -"muchos madrileños", cuentan-, nórdicos, suizos, ses, estadounidenses y brasileños ha convertido el lugar en una zona multicultural francamente interesante.
En este rincón del mundo, donde los segundos se diluyen como gotas en el océano del silencio, el golf tiene un punto de encuentro ineludible, un argumento más para disfrutar de un lugar donde las puestas de sol terminan en las redes sociales y las cenas invitan a pensar que la modernidad aún guarda espacios inquebrantables.
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