El Alavés, como buen equipo hecho y con un proyecto, se quitó al nada incómodo Sevilla de un soplido, por mucho que en los últimos minutos hubiese un solo gol de distancia. Metiendo intensidad y aprovechando los errores del conjunto andaluz, los de Vitoria sumaron su tercera victoria del curso, por la tercera derrota de los nervionenses. Pudieron ser más goles de los locales en su fortín de Mendizorroza, aunque por pocos centímetros, entre fuera de juego y remates ajustados, no llegaron. En la otra esquina un Sevilla que completó su peor partido de la temporada, que ya es decir. Sin competitividad ni fútbol. Un grupo de jugadores deslavazados y con una idea de juego que son incapaces de realizar. Cada uno hizo la guerra por su cuenta. Este Sevilla va a sufrir. Ahora queda saber cuánto le durará el carrete a García Pimienta.
Con sólo un disparo en los primeros minutos de Isaac desde la frontal, en un lance con su excompañero Jordán, que le aplasta sin querer el tobillo, obligó a un cambio en la delantera nervionense al inicio del encuentro. Iheanacho tenía una segunda oportunidad esta temporada. La pérdida de Isaac siempre es relevante en un equipo con tan poco juego y gol en tres cuartos de campo. El Alavés apenas había inquietado el área nervionense. Y a la primera llegada vitoriana, por banda derecha, Kike Salas no ocupó el espacio que abandonaba Pedrosa y Carlos Vicente fusiló en el primer palo, donde Nyland pudo hacer mucho más para detenerla. La pareja Nianzou-Kike comenzaba con problemas. Se veía venir.
Kike Salas no se había recuperado de ese primer error y Toni Martínez aprovechó un pase en largo de su portero para cuerpear al central canterano del Sevilla y quedarse mano a mano con Nyland. Golpeó con fuerza y poca colocación, escapándose el 2-0 cuando todo Mendizorroza ya lo cantaba. Ocasión clarísima. Stocihkov anotaba el segundo en plena empanada andaluza, que no sabía por dónde le venían los golpes, con un remate en el segundo palo libre de marca. Había fuera de juego previo en el inicio de la jugada. Se salvaba el Sevilla por dos veces. El Alavés había rozado media victoria en pocos minutos.
La derrota con el Espanyol detuvo las dos victorias seguidas de un Alavés que había comenzado con alto ritmo de competición. Y se notaba esa confianza sobre la hierba. Cada llegada era una oportunidad, contra un rival al que si le presionas, sufre. Numerosas pérdidas en salida, con los centrales menos indicados para salir jugando. Carlos Vicente se montaba en una moto cada vez que podía, sacando amarilla a Pedrosa en el primer periodo. Los de Luis García navegaban hacia su tercera victoria; los de García Pimienta hacia otra decepción. Y de las importantes.
Jugada clave
El Sevilla cambiaba un poco la intensidad en el segundo periodo. Lukebakio, siempre en la guerra por su cuenta, lo intentó en jugada personal, aunque se encontró la espalda de Saúl cuando ya se había marchado de dos rivales. No le salía nada al equipo de García Pimienta, quien se pensaba las sustituciones. En una contra del Alavés, con Toni Martínez ganando el cuerpo a cuerpo a Nianzou, el delantero caía dentro del área con el francés metiendo el cuerpo por detrás ya dentro del área. Se desgañitaba Luis García para pedir penalti, pero Alberola lo tuvo muy claro. No era suficiente.
Y lo que es el fútbol. Saúl pudo lograr la igualada en un centro atrás de Lukebakio, que detenía con su cuerpo Sivera. El portero del Alavés sacaba otra vez rápido a la espalda de la defensa sevillista, con Carlos Vicente marchándose de Pedrosa otra vez y centrando a un Stoichkov que se encontraba con el larguero y el rebote lo cazaba casi sin querer Carlos Martín para colocar lo que debía ser la sentencia, ante un Sevilla desdibujado desde su banquillo. Stoichkov puso anotar el tercero tras superar a un Pedrosa siempre desbordado. Nyland sí acertaba por su primer palo. Había un equipo por un lado y un conjunto de jugadores sin rumbo en el otro lado.
Con 2-0, el entrenador del Sevilla sí recurría a los cambios. Tenía todo perdido e introducía presuntos titulares que quiso reservar para mejores noches. No hicieron nada del otro mundo. Entre Saúl y Lukebakio metieron al Sevilla en el partido en el tramo final, con asistencia del alicantino y disparo del belga. Una de las pocas llegadas medio claras de los andaluces. Pese al apretón final, el Sevilla es un equipo que no sabe a qué quiere jugar. Y todo lo que hace parece que va contra natura. Todo lo contrario de un Alavés que se ha construido sobre la idea de competir y sacar puntos bajo un prisma muy claro. No sufrirá tampoco esta temporada. Porque lo primero en la vida es asumir tu realidad. Y el Sevilla hace demasiado tiempo que no se entera de cuál es.
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