La última vez que el Valencia jugó contra Las Palmas los jugadores tuvieron que salir del estadio escoltados por la policía. El equipo que entonces entrenaba Rubén Baraja acabó colista esa jornada tras ser remontado (2-3) por el cuadro canario, con Diego Martínez ya en el banquillo. La manifestación previa al encuentro contra Peter Lim, principal accionista del club, se avivó tras el pitido final. Entonces, unos cuantos indeseables al grito de “¡no vais a salir!” aprovecharon el malestar para provocar disturbios en la calle, donde se registraron cargas policiales y la quema de un contenedor cerca de la sede del club.
La situación en el partido de la segunda vuelta es bien distinta. El Valencia (39 puntos) viaja al estadio de Gran Canaria con la intención de certificar la salvación -no sería matemática, pero casi- y Las Palmas (32 puntos) jugará para salir de los puestos de descenso con los que hace frontera en este momento.
Pese a la tranquilidad clasificatoria, los precedentes apuntan en la misma dirección. El Valencia encadena ya cuatro derrotas consecutivas en el Estadio de Gran Canaria y no gana allí desde hace 23 años, cuando en la temporada 2001-02 se impuso con un solitario tanto de Mista en el minuto 7. Aquel partido, por cierto, sirvió de conjura dentro del vestuario donde empezó a crecer la idea de que era posible asaltar el título de Liga. De hecho, solo perdió un partido de los 20 que quedaban hasta el final de curso. Desde entonces, los viajes a la isla han sido sinónimo de tropiezos.
La última vez que el equipo blanquinegro, con Baraja como técnico, pisaron el feudo amarillo fue el pasado 10 de febrero. Llegaban séptimos, en plena pelea por Europa, pero volvieron de vacío tras encajar dos goles en los últimos compases. Álex Suárez, en el 89, y Marc Cardona, en el 95, sellaron una derrota que escoció más por la forma que por el fondo: Las Palmas apenas había generado ocasiones hasta entonces. Fue un golpe que dejó huella en el vestuario.
En total, el Valencia ha visitado en 34 ocasiones a Las Palmas en Liga y solo ha ganado siete veces, por seis empates y veintiún victorias locales. Un terreno maldito que el equipo blanquinegro está obligado a exorcizar si quiere alejar fantasmas y mirar hacia arriba el tramo final del campeonato. El equipo necesita una victoria para ver si le acompañan el resto de resultados y puede salir del descenso.
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