- Internacionales Gudelj sólo sufrió un pisotón sin importancia
El Sevilla presentará las peores cuentas que se le recuerdan en este siglo y, probablemente, en su centenaria historia. Hasta 80 millones de pérdidas se han acumulado en una temporada mala en lo deportivo y mucho peor en el apartado económico, patas que van habitualmente ligadas. El club tenía en verano de 2022, con la séptima Europa League bajo el brazo, un coste de plantilla de 203 millones, habiendo rebajado en dos años a 109, siendo sus ingresos actuales insuficientes para hacer frente a esta partida del presupuesto. Por todo ello, el club, encabezado por su presidente, se ha puesto manos a la obra a la hora de reducir el gasto global del Sevilla, debido a que los ingresos se han caído de golpe. Sin Champions, con menos ganancias por televisión (por su mala clasificación en Liga) y, encima, metiendo la tijera con despidos en su sobredimensionada plantilla. Una de sus medidas, después de que José María Cruz anunciase antes del verano su intención de dar un paso al lado, ha sido la de contratar un nuevo director genera, quien lleva menos de un mes en la entidad de Nervión. José González-Dans ha comparecido esta mañana en un desayuno con la prensa, donde ha dado ligeras pinceladas de por dónde pasa la reconstrucción del Sevilla.
El nuevo director general ha comparado lo que le sucedió al Deportivo con lo que ahora ocurre en el Sánchez-Pizjuán (estuvo años gestionando la ruina del club gallego), con la distancia obvia de ambas entidades, aunque con la base común de haber vivido muy por encima de sus posibilidades económicas, por muchos éxitos que se hayan podido conseguir en el pasado. Existe distancia porque el Sevilla aún tiene argumentos para conseguir dos créditos (por encima de los 100 millones) que ahora le permiten tener liquidez y afrontar a corto plazo todo el plan de reestructuración que el propio presidente repite con asiduidad. Poner el contador a cero para volver a crecer, con todo lo que eso conlleva, pues la mochila de deuda no ha dejado de crecer y crecer en los últimos años y, en algún momento, deberá ser devuelta.
Otra pata se basa en los recortes, aunque públicamente se hable de reestructuración o readaptación a la nueva realidad del Sevilla. Llega a un club con unas estructuras cada vez más grandes por la importancia a nivel deportivo que ha alcanzado el equipo en los últimos años, pero con la caída de ingresos no sólo ajustará a la primera plantilla a esa nueva realidad, sino a todos los componentes de la sociedad. Todo ello va encaminado, de cara al futuro, a crear un Sevilla sostenible. Es decir, un poco alejado de aquello de vender para crecer porque te hayas pasado 20 o 30 millones en el presupuesto o gasto de plantilla, sino que se pueda confeccionar un plantel con los recursos económicos que disponga el club, sin temer a una caída a los infiernos el año que no entres en competición europea. Un proceso largo y lleno de obstáculos por la continua sensación de interinidad societaria. Un plan que requiere de tiempo, paciencia y, si la pelota entra, podría llegar a funcionar. Sin resultados deportivos, no hay gestión ni gestores que aguanten en el tiempo.
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