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Termina un 2024 de luces y sombras para Osasuna

Arrasate dejó el conjunto rojillo y su puesto lo ocupó Vicente Moreno

Arrasate, entrenador del Mallorca, y Vicente Moreno, de Osasuna, charlan en verano.
Arrasate, entrenador del Mallorca, y Vicente Moreno, de Osasuna, charlan en verano.EFE
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Se acerca el final del 2024 y Osasuna ha vivido un año de luces y sombras. Los rojillos, que venían de un 2023 con un subcampeonato copero y una clasificación a Conference League, comenzaron un 2024 con sensaciones encontradas. La plantilla había sido diseñada para competir en Europa pero la derrota frente al Brujas en la ronda previa recordó a los fantasmas de Hamburgo en el 2006. Nuevamente, Osasuna perdía la oportunidad de volver a disputar una competición europea íntegra.

Lejos de ser una motivación, esta derrota supuso un mazazo psicológico para los jugadores de Jagoba Arrasate y para el propio entrenador. Con un Osasuna un tierra de nadie, en marzo, el de Berriatua decidía que esa sería su última campaña como capitán del barco. Otro mazazo.

Terminó la temporada con una emocionante despedida, con un tifo en honor a Jagoba, unos bertsos y el 'Txoria Txori' cantado a pulmón por un Sadar que despedía a su líder, un líder con el que consiguió tocar la gloria.

Sin tiempo para lamentarse, Vicente Moreno llegaba a la Vieja Iruña pleno de confianza. Una confianza que, en primera instancia, no suscitaba a los aficionados rojillos por su mala racha en equipos como el Almería, por ejemplo. En sus primeras palabras como técnico rojillo dejaba clara su intención: "Puedo asegurar que todas las personas que me acompañan, yo y el cuerpo técnico de la casa nos vamos a dejar la vida. Es una oportunidad única que cualquier entrenador de LaLiga quisiera tener. Me siento afortunado. No puedo asegurar otra cosa que trabajo porque estaría empezando mal. Esa oportunidad la quiero aprovechar. Quiero aprender y aportar al club".

Se inició la temporada 2024-2025 y Osasuna tenía una nueva vida, una nueva cara al frente, y varias incógnitas en el horizonte: ¿a qué se aspiraba?, ¿Cómo iba a funcionar el equipo con Vicente Moreno? Las luces y las sombras comenzaron desde el principio: en casa, Osasuna era un rodillo quitando el partido inicial frente al Leganés que se saldó con un punto. Como visitante, los rojillos no ganaban y no se acercaban a los tres puntos. Las dos caras de la moneda. “Es positivo puntuar fuera de casa”, es lo que solía decir el valenciano tras los empates frente a Valencia y Getafe. En Pamplona había necesidad de ganar como visitante, romper la mala racha, y seguir sumando de tres lejos de El Sadar. Una tarea pendiente que podía hacer que los rojillos subieran puestos en la clasificación y se afianzasen como uno de los equipos revelación. Y esa victoria llegó, en el partido menos esperado y en un estadio maldito para Osasuna: el Reale Arena y la Real Sociedad.

Pero como ha sido costumbre en este 2024, cuando hay luces, aparecen las sombras. Y aparecieron en forma de visitas a campos como Montilivi o Vallecas, donde el equipo perdió de manera contundente y dejando una muy mala imagen. En tierras gironís, los rojillos no tuvieron ni media opción y se llevaron un serio correctivo (4-0). Tras una buena victoria frente al Celta en casa, Osasuna viajaba a Vallecas para romper con la mala racha de Vicente Moreno como visitante. Las sombras volvieron y un 3-1 sembró de nuevo las dudas en el equipo de Pamplona aunque, el entrenador valenciano veía donde estaba la solución: "Tenemos que mejorar, los puntos suman igual en casa que fuera. En El Sadar tenemos buen bagaje, pero si somos el equipo que se ha podido ver hasta el minuto 55, tendremos opciones de sumar en muchos campos. Y, si somos el equipo de después del empate, tendremos más dificultades". Esta explicación no convenció del todo a los aficionados. Lo que si convenció fue la victoria frente a la UD Las Palmas y seguir invictos como locales. Un invicto que se extendió frente a equipos como el Barcelona de Hansi Flick, pero que acabó con el Betis y un viejo conocido: el Chimy Ávila, que volvió a la que una vez fue su casa para celebrar un gol que enfureció a El Sadar.

Fue en la visita al Reale Arena cuando los rojillos firmaron una solvente victoria (con sufrimiento), por 0-2. El equipo carburaba, la afición se volcaba con su equipo y las sensaciones eran similares a las de hace dos temporadas: un Osasuna correoso, con chispa arriba y contundente en área rival. Esa victoria fue la certificación de que los rojillos eran uno de los equipos revelación de La Liga y después de las críticas que había recibido Vicente Moreno, el de Massanassa cumplió con aquella frase que dijo en su presentación: “Nos vamos a dejar la vida”.

Porque Vicente Moreno ha demostrado que, lejos de ser un hombre frío, es un entrenador con rasmia, pundonor y que vive el fútbol de una forma muy similar a la de Pamplona. Tras las desgraciadas inundaciones de Massanassa, Dani Pendín, tras la victoria frente al Valladolid, comentó a los medios la situación del entrenador rojillo: “Ha hecho un esfuerzo enorme, no está durmiendo. Quería dedicárselo a él y a toda la gente que lo está pasando mal. Está cansado, pero no ha bajado ni un minuto y no todo el mundo hace lo que hizo él”. En un mundo futbolístico en el que se robotiza a los jugadores y entrenadores, la humanidad es como un elixir. Y la fuerza de voluntad de Vicente de seguir entrenando tras lo ocurrido en Valencia, hizo que la afición rojilla tuviera un fuerte vínculo con su entrenador y lo arropara. Porque a veces, cuando vemos el lado más humano de las personas, es cuando realmente se valora su labor como futbolista o entrenador.

Volviendo a lo deportivo, Osasuna acumula cinco partidos ligueros sin ganar. Si Osasuna ganaba al Real Madrid en el Bernabéu (algo más que complicado a pesar de que los blancos llegaban tocados de Champions), se colocaba 2º, una posición inédita. El resultado fue un duro 4-0 donde se vio un Osasuna sin su sello de identidad. Frente al Villarreal, un duelo por los puestos europeos, los de Vicente Moreno se fueron al descanso con un 2-0 a favor, pero los grogets empataron el partido con polémica en el tiempo de descuento. Osasuna llegó a Nervión con la sensación de que podían llevarse los 3 puntos, Budimir volvió a poner por delante, una vez más, a su equipo, pero los sevillanos volvían a poner las tablas en el luminoso. Los empates frente Alavés y Espanyol han hecho que haya ciertas dudas en este tramo final de temporada.

Tras la lesión de Bryan Zaragoza, los rojillos están sufriendo mucho. La clave de Osasuna reside en los extremos encaradores, con descaro, sin vergüenza. Bryan es, probablemente, el jugador ideal y diferencial en el plantel, pero una lesión frente al Sevilla ha supuesto que en los últimos dos partidos, se vea un Osasuna más apático y sin tanta pólvora.

Y llega la última función en El Sadar, la última canción, el último “Riau-riau”. El rival, el Athletic. Pero no un Athletic cualquiera, probablemente sea el mejor Athletic de la última década. Una derrota supondría un cierre de año frío que realmente no haría justicia. Osasuna se encuentra 8º, a dos puntos de puestos europeos y a 10 puntos del descenso. Números que más de un aficionado hubiera firmado en agosto, antes de que iniciara la temporada.

2024 es un año de alegrías y tristezas, de luces y sombras para Osasuna. El adiós de Jagoba fue muy duro para el osasunismo y la llegada de Vicente Moreno no convenció inicialmente. Contra todo pronóstico, el valenciano sorprendió a la afición. En este 2024 ha habido partidos que han hecho vibrar a los rojillos: la victoria por 4-2 frente al Barsa, el gol de Raúl García de Haro frente al Rayo Vallecano que daba los tres puntos en el último minuto, la goleada al Atlético de Madrid por 1-4, o la victoria frente a la Real Sociedad por 0-2 hace no mucho.

2025 está lleno de incógnitas, Osasuna sólo ha perdido un partido en El Sadar, una estadística que denota la fortaleza de los pamplonicas en su feudo. Si esa virtud sigue el año que viene, y su papel como visitante mejora, Osasuna puede aspirar a llegar lejos en Copa del Rey o pelear por entrar en puestos europeos. Jagoba dejó un legado, Vicente, siendo continuista, ha comenzado el suyo, y Osasuna, Pamplona y Navarra siguen llenando El Sadar cada fin de semana. Luces y sombras, sí, pero con el nuevo propósito de mantener las luces y el brillo de todos los rojillos, una estela que los guíe por la senda de los triunfos este 2025.

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