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Bublik, el tenista que “odia el tenis” y se ha colado en los cuartos de final de Roland Garros

El kazajo se enfrentará a Sinner por un puesto en semifinales

Bublik vs. Draper: 5-7, 6-3, 6-2 y 6-4 | Roland Garros (1/8 final)
Bublik vs. Draper: 5-7, 6-3, 6-2 y 6-4 | Roland Garros (1/8 final)
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En un Roland Garros marcado por la imprevisibilidad, donde las sorpresas se han vuelto rutina y los favoritos caminan con cautela, un nombre destaca por encima del ruido. No es Novak Djokovic, ni Carlos Alcaraz. Es Alexander Bublik, el kazajo que siempre pareció más interesado en el espectáculo que en los trofeos, el mismo que declaró odiar el tenis “con todo su corazón”, y que hoy se encuentra, contra todo pronóstico, entre los ocho mejores del torneo más exigente del mundo.

El tenista kazajo se inventó un 'tweener' frontal entre las piernas para abrochar el cuarto set de su genial remontada ante De Miñaur.

El arte de lo impredecible

Alexander Bublik ha sido, desde su irrupción en el circuito, uno de los personajes más singulares del tenis moderno. De un metro noventa y seis, con un saque que parece sacado de un videojuego y una actitud irreverente que choca con la seriedad habitual del tour, el kazajo ha construido una carrera sobre el filo de la genialidad y el caos.

En París, sin embargo, algo ha cambiado. En la primera ronda, despachó sin grandes dificultades a un rival de menor ranking. Pero cuando eliminó a Alex de Minaur en segunda ronda en cinco sets, después de ir dos mangas abajo, el mundo del tenis empezó a mirar con más atención. Luego vino su triunfo en octavos ante Draper, uno de los tenistas más en forma del momento. Pero Bublik lo doblegó en cuatro sets, mostrando un tenis sólido, agresivo y sorprendentemente maduro.

Sucedió en el partido frente al español Pedro Martínez, al que acabó derrotando por 3-6 y 6-7.
Sucedió en el partido frente al español Pedro Martínez, al que acabó derrotando por 3-6 y 6-7.

"Odio el tenis"

Quizás lo más desconcertante no sea su tenis, sino lo que dice fuera de la pista. En una reciente entrevista con L'Équipe, el diario deportivo más prestigioso de Francia, Bublik fue categórico: “Odio el tenis con todo mi corazón. Odio todos los días tener que jugar. Para ser sincero, no veo un punto positivo en ser tenista. Solo juego por dinero. Si no hubiera dinero en juego, me detendría de inmediato”.

Sus palabras resonaron en el vestuario como una bomba. En un deporte donde la dedicación, la disciplina y la pasión son parte esencial del discurso, Bublik se desmarca de todo eso con una sinceridad brutal. Y aunque estas declaraciones podrían parecer el epitafio de su carrera, el kazajo las pronunció meses antes de su mejor semana como profesional.

Alexander Bublik, durante su partido ante Rublev
Alexander Bublik, durante su partido ante Rublev

Entre la comedia y la élite

Bublik ha sido durante años el bufón talentoso del circuito. Quien intercalaba partidos brillantes con derrotas inexplicables. Quien soltaba un ace a 230 km/h seguido de un saque por abajo. El jugador que parecía más interesado en entretener que en competir. Muchos se preguntaban si realmente le importaba ganar.

Pero esa percepción empieza a desmoronarse. El Bublik de este Roland Garros no ha perdido su esencia, sigue arriesgando, sigue riendo, pero lo hace con una determinación desconocida. Ya no es solo un showman; ahora también es un contendiente.

Bublik, en el momento del saque.
Bublik, en el momento del saque.

En cuartos de final, Bublik se enfrentará a Jannik Sinner, número uno del mundo. El italiano es todo lo que Bublik no es: metódico, disciplinado, reservado, una máquina de precisión sobre la pista. Será un duelo de contrastes: el instinto contra la estructura, el caos contra el orden.

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