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Monotema Lamine Yamal en el Mercedes Benz Arena de Stuttgart donde Francia y España jugaron su particular previa antes de buscar esta noche el pase a la final de esta cuarta Nations League donde ya espera la Portugal de Cristiano que quiere repetir en el palmarés, algo que podrían hacer también tanto Les Bleus como la selección de Luis de la Fuente. Nuestro seleccionador ya no se anduvo por las ramas ni tiró de las riendas de la prudencia cuando le preguntó Miguel Ángel Toribio por el celo con el que se estaba tratando al todavía menor de edad al que ya considera candidato a leyenda.
Fue, seguramente ante Francia, justo después de que precisamente en Stuttgart, con aquel cabezazo de Merino, con aquella mano no punible de Cucurella, con aquella lesión de Pedri y con aquella retirada de Kroos, cuando nos metimos en las semis de la Euro germana y el dorsal 17 se hizo mayor con un gol que más de uno ya quiere patentar con su nombre de tanto repetirlo.
A Deschamps ayer le preguntaron entre poco y nada de Mbappé y entre mucho y todo por Yamal. Fue la única alternancia. Unos decían Lamine, otros decían Yamal, pero el caso es que si no era el Balón de Oro con Dembelé, era la fuerza de la juventud con Doué y por supuesto el precedente con Rabiot. El mediocampista se ha guardado de hacer nada que suponga vitamina para nuestro futbolista referencial. No ha dicho ni mu. Ya sabemos que sus colegas le escriben por Tik Tok para motivarlo y casi nunca defrauda. Ojalá llegue ese mensaje que le ayude a superar a Maignan y a meternos en el Allianz donde debió haber jugado la final de Champions hace menos de una semana. Aquí, en la capital automovilística europea, todos esperan que Lamine, como Xabi Alonso y si doblete en una Ucrania que lucía bien distinta, le dé otra torta a la Francia de Macron.
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