El K-4 500, la embarcación más exitosa y el estándarte del piragüismo español en el último lustro, sufrirá un cambio radical para los Mundiales de Milán de finales de agosto que puede definir un nuevo futuro con Los Ángeles 2028 como objetivo.
Con el año sabático, en competiciones, emprendido por Saúl Craviotto, la posición de marca estaba cantada para su heredero natural Adrián del Río, de 22 años, incrustado ya en la rutina del grupo que se entrena en Trasona desde verano de 2023. Pero la ausencia de la leyenda no será la única en el cuarteto formado también por Carlos Arévalo, Marcus Cooper y Rodrigo Germade.
Arévalo es el único que tiene todas las garantías de llegar hasta los Juegos Olímpicos en el mismo bote, de la misma manera que Cooper ya ha anunciado su deseo de volver al K-1 1.000 y doblar también si tiene plaza en el K-2 500. No obstante, aún habrá un último blues del abanderado español, que ha accedido a participar en la embarcación que participará en los Europeos de Racice (República Checa) para no trastocar los planes con su decisión.
La duda, por edad, reside en saber la evolución de Germade, el compañero perfecto, pero que en 2028 tendrá 37 años. En la Copa del Mundo de Szeged hace unos días fue sustituido por Alex Graneri, un mallorquín de 21 años, con una puesta en escena notable -apenas llevaban tres entrenamientos-, a 14 centésimas de los campeones olímpicos, Alemania. Graneri repetirá con Del Río, Marcus y Arévalo en la cita continental
Pero es tal la profundidad en estos momentos del piragüismo español, basado en una política de cantera que han ido puliendo en competiciones internacionales como campeonatos de Europa, que incluso la ausencia de Cooper se puede suplir con garantías. Aunque serán los selectivos los que decidan, el sevillano Carlos García, plata en esta Copa del Mundo, subcampeón mundial junior hace cuatro años y un granado palmarés, es el que por condiciones naturales más opciones tendría de suplir la ausencia del multimedallista a partir del 23 de junio.
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