"¡Qué vergüenza!", "¡Qué vergüenza!" no paraba de repetir una y otra vez una desconsolada Lucía Martín-Portugués nada más caer ante la húngara Anna Marton en su debut en los Juegos Olímpicos de París. Toda una vida soñando con este día, años y años preparándose para este momento y en 10 minutos y 49 segundos se acabó todo. Con la mirada perdida y los ojos con lágrimas, la madrileña parecía estar en shock. Mujer extrovertida, que maneja la palabra casi con la misma soltura que empuña el sable, hoy apenas le salían en un corrillo con periodistas españoles en el Grand Palais, el imponente escenario que acoge la esgrima olímpica.
"¡Qué vergüenza! Caer en primera ronda y venía a por medalla. Es que esto no merece la pena", decía y movía la cabeza como negando. Y volvía el silencio. No había consuelo posible para una deportista que, a sus 33 años llegaba en uno de los mejores momentos de su carrera tras un exitoso ciclo olímpico con dos oros en la Copa del Mundo de Argelia 2022 y el Grand Prix de Túnez 2024, platas en las Copas del Mundo de Atenas 2022 y 2024 y el Grand Prix de Túnez 2023 y un bronce en la Copa del Mundo de Estambul en 2023. Además, del bronce europeo por equipos este año.
Sin beca pese a ser la cuarta del mundo
Y hacía una reflexión: "Es que puede haber sido el último asalto de mi carrera porque me quedo sin beca". Y ahí está el drama de verdad, que una deportista que es cuarta en el ranking mundial y que ha subido al podio en varias ocasiones en los últimos tres años se quede sin ayudas por un mal día. El trabajo, sacrificios y esfuerzos de cada día no cuentan, sólo un resultado.
Me han tenido que pagar el alquiler de mi casa, cuando no tenemos beca tenemos que trabajar porque además de deportistas somos personas y necesitamos comer
Porque Lucía sabe bien lo que es transitar por el árido desierto del día a día sin ayudas económicas. Hace un par de años recordaba en MARCA cómo su familia y su novio la habían tenido que ayudar en más de una ocasión. "Me han tenido que pagar el alquiler de mi casa. Cuando no tenemos beca, trabajamos, porque además de deportistas somos personas y necesitamos comer", dijo entonces.
Para poder seguir tirando trabajó de camarera, también de árbitra y puso en pie su plan B: estudiar Odontología, aunque tampoco en la Universidad se lo han puesto fácil pidiéndole en alguna ocasión hasta los billetes de avión para demostrar que iba a competir.
En más de una ocasión se ha planteado si tanto esfuerzo merece la pena, si dedicar toda tu vida al deporte de élite, con las renuncias que implica, sirve para algo. "He pasado muchas veces el proceso de decir hasta aquí he llegado, pero cuando amas lo que haces, nunca lo dejas", confesó a MARCA hace unos meses. Hoy la idea se le ha pasado de nuevo por la cabeza seguro.
"El problema de nuestro deporte es que la beca es el 100% de nuestros ingresos. Un buen resultado implica cobrar y un mal resultado no. Es presión pero lo importante es hacer lo que a uno le gusta. Ahora a descansar y ver lo que hacemos", reconoció poco después Llavador, tras perder en octavos.
Lucía estaba para ganar medalla
"Lucía venía a por medalla. Estaba en un gran momento, pero la húngara es muy buena. El ranking es engañoso porque bajó por la lesión del cruzado pero siempre ha estado entre las mejores", decía José Luis Álvarez, el entrenador de Lucía y de todo el equipo de sable en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, al cruzarse con MARCA en uno de los pasillos del Grand Palais.
"Lucía es una tiradora que se viene arriba cuando siente que tiene el control, que ella manda, pero hoy la húngara no la ha dejado sentirse cómoda en ningún momento", reconoció.