ATLETISMO - JUEGOS OLÍMPICOS 2024
Atletismo - Juegos Olímpicos 2024

Los gritos de ánimo de Álvaro Martín a María antes de llegar a meta: "Vívelo, disfrútalo, vamos a hacer historia"

MARCA vive junto a Álvaro Martín el último relevo de su compañera

María Pérez, en carrera, mientras Álvaro Martín, al fondo en la...
María Pérez, en carrera, mientras Álvaro Martín, al fondo en la valla, le anima a gritosMARCA

A las 10 de la mañana de un día nublado en París, en el que se cuelan algunos rayos de sol, Álvaro Martín es un gallo enjaulado en el corralito donde los relevistas aguardan su momento. Él, tras un formidable sprint rebasando al ecuatoriano Pintado, ha dado la palmada primero. A María Pérez, cuyo destino final es el oro.

María recoge el testigo ansiosa, ha digerido mal el primer relevo, ha terminado vomitando fuera de las cámaras, pero se ha rehecho. Está con tantas ganas que se pega a la línea que delimita el principio de la zona de intercambio, cuando con 20 metros por delante, parece más lógico que aproveche esa distancia para la superior velocidad masculina. No obstante, la granadina es un seguro de vida.

Pérez sale con sólo tres segundos de ventaja sobre la ecuatoriana Morejón. Martín entra en boxes y al principio sólo quiere hidratarse. Es felicitado por Pintado y empieza a moverse para todas partes. María pasa a su lado, con la ecuatoriana echándole el aliento. "María, siete vueltas para la gloria, vamos campeona". Un poco más adelante, un gran grupo de la UCAM, la escudería de ambos, que han pagado 90 euros por entrar en la zona acotada y un refrigerio posterior, anima sin parar. "Aquí que todo el mundo vuelva con la voz afónica a Murcia", dice una joven. "Yo estoy rezando por María y Álvaro", revela uno de los hijos del fundador fallecido José Luis Mendoza.

Mientras, Álvaro es felicitado por José Luis Peiró, el seleccionador, y Christophe Ramírez, el médico de la federación. No se separa ya un metro de la pantalla gigante que hay a los pies de la Torre Eiffel. Unos cuantos metros a sus espaldas, tras un edificio señorial, está la pista de atletismo en la que los marchadores han calentado en el periodo en que su compañero estaba en acción. Aunque aún es una disciplina tierna porque es la primera vez y no se aprobó hasta hace un año, los pocos estudios que hay demuestran que es mejor haberse mantenido activo. No es fácil recuperar de un relevo a otro. Es la razón por la que han escogido a Miguel Ángel López y no a Paul McGrath, más rápido, pero que tarda más en volver al estado ideal. De hecho todavía le duelen los bíceps femorales del esfuerzo del otro día.

María pasa de nuevo. "Vamos María, vamos mi campeona", dice el de Llerena, mientras la mejor atleta femenina española de la historia enfoca la recta de ida del Pon't d Iena. "Se fuerte hasta el final. Hay fuerzas. Que además llevan dos rojas", exclama. El contraste es descarado en los mensajes. Pintado, a su lado, le dice a Morejón, "cuidado, cuidado, que puede ser un día grande", porque los sudamericanos ya llevan dos advertencias y la tercera es una penalización de tres minutos.

La marchadora le hace caso al flamante campeón olímpico y cuida la marcha, lo que hace que la española se despegue. "Cinco km, María", grita Álvaro. "Cinco putos kilómetros. No hace falta ni forzar". Quedan siete, pero ve todo tan cerca... En el trasiego suelta un abrazo a Ruth Beitia que viene a felicitarlo.

Su punto de excitación baja algo, incluso cuando pasa la ecuatoriana le anima en el esfuerzo y también a la italiana Palmisano. "Andiamo, Antonella", le dice. Ahora ya sí que quedan cinco y los gritos de Martín van en aumento. "¡Vamos María, cinco putas vueltas! No hace falta ni que fuerces, vívelo, disfrútalo, que vamos a hacer historia". Y le da otra abrazo a Ruth.

Las vueltas van cayendo y Álvaro sigue con sus ánimos. A falta de 9 minutos para acabar la prueba, la organización le invita a acompañarles a meta a él y a Pintado, sabedores de que ya nadie les va a quitar el puesto. María, mientas, sigue con su caminata chocando las palmas con todo el mundo, en una de ellas pierde las gafas de sol, pero saca una sonrisa. Cuando enfila la última recta hacia Trocadéro, con la Torre Eiffel a sus espaldas, es la mujer más feliz de la tierra. Arranca la cinta de meta con rabia y se pone como capa la bandera de España. Alguien le hace llegar una botella de champán a Álvaro que la abre como si fuera Fernando Alonso. Es para sentirse así.

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