Stuttgart, la ciudad de Merino... y Cucurella

La selección española regresa a Stuttgart. Esa ciudad, a la que los alemanes llaman Schwabenmetropole (la metrópoli de Suabia), pasó a ser una referencia en la historia de La Roja. Lo que se convertiría en el título celebrado en Berlín el 14 de julio ante Inglaterra, asentó sus raíces cuatro días antes a orillas del Neckar.

El inmaculado caminar de España en la Euro, con sus cuatro victorias en cuatro partidos, se encontró con un obstáculo gigantesco en los cuartos de final: Alemania, la anfitriona de la Euro y la gran favorita para todos.

A la dificultad que suponía el nivel del rival y el ambiente, se sumaba un dato demoledor en la crónica de la selección. Jamás había sido capaz de derrotar a un anfitrión en una fase final de Eurocopas o Mundiales. Cada vez que el equipo de casa había aparecido en un cruce, España se había vuelto a casa.

Eso ya es pasado desde el 5 de julio de 2024. La selección de Luis de la Fuente fue la que festejó el pase a las semifinales e impidió que Alemania fuese la cuarta selección en ganar la Euro en su casa. Sólo España (1964), Italia (1968) y Francia (1984) han sido capaces de lograrlo.

Ese giro de la historia sucedió a un gol que forma parte de la colección de piezas sagradas de nuestro fútbol. No fue en un final, pero el nivel de angustia vivido no anduvo muy lejos. Apenas faltaba un minuto de la prórroga, todo el mundo pensaba en los penaltis después de que España hubiese pasado de poder rematar a los alemanes tras el 0-1 de Dani Olmo a resistir el acoso y derribo germano que llevó el partido a los cuartos. Entonces...

“Cuando Dani la controla yo ya sé que es un jugador diestro, que tiene muy buen golpeo y que la va a perfilar para adentro y que ese golpeo va a ir en dirección a la portería. Ves que Rüdiger no hace ni amago de saltar porque ese balón va tocado perfecto por encima suyo y ya me toca a mí hacer el resto”.

El resto fue un soberbio cabezazo de quien así contaba la jugada en el documental de la Euro ganada: Mikel Merino. “Fue un subidón, algo que muy pocas veces había experimentado. Se me ponen los pelos de punta al recordarlo, porque es algo único. Te das cuenta de que era un momento histórico. Cuando finalizó el partido se hizo click, sabíamos que teníamos opciones reales de hacer algo importante en el campeonato”, cuenta el navarro. En ese mismo estadio, 33 años antes, su padre había marcado un gol legendario en la historia de Osasuna.

A ese momento, el del gol de Mikel, llegó España tras una labor resistencia y un susto monumental en una jugada de la que los alemanas se siguen quejando.

‘Cucu’, sin miedo

Una mano de Cucurella dentro del área pareció el fin de España. Sin embargo, Anthony Taylor consideró que no había penalti. El VAR no intervino, pero la jugada dejó la sospecha de un posible fuera de juego previo al disparo de Musiala o Füllkrug, y Cucurella pasó a ser el enemigo número uno de los alemanes.

“Los recuerdos son todos bonitos porque ganamos el título. No hice nada malo. Estoy preparado porque me van a volver a pitar. No me afecta y, si la presión cae sobre mí, pues perfecto. Sé que va a pasar e intentaré centrarme en jugar”, comentó ayer el lateral del Chelsea.

Hoy, tras entrenar en Las Rozas, la selección española volará a Stuttgart, a poco más de una hora de su cuartel general durante la Eurocopa, en la Selva Negra. Un regreso a la felicidad.