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Probablemente muchos nos quedaríamos dudando si nos preguntaran cómo es exactamente el color lila, que otros denominan malva. Pero hay un apasionado de Porsche que ha hecho de este color la razón de su colección. Sí, le gustan los deportivos de la marca alemana, pero solo está dispuesto a comprar los que sean de este color tan extraño, que Porsche bautizó como Moonstone.
Solo en 1979 y 1980
El lila, o Moonstone, fue un color que Porsche sacó en 1979 y que tuvo en el mercado hasta 1980, quizá porque tuvo muy escasa aceptación y solo se fabricaron 223 ejemplares. Su particularidad es que en ocasiones se ve como blanco, otras parece lila y en ocasiones se antoja más bien como rosa, según la luz que haya. Pero, ¿cómo le da a alguien por 'enamorarse' de los Porsche de este color?
Justin Roeser, estadounidense de 45 años, dice que se encontró con un Porsche de este color por primera vez en 2018. Se trataba de un 911 Turbo de 1979 y estaba en un concesionario de Connecticut. "No había visto nunca aquel color, y me recordó de inmediato a unos caramelos que me encantaban de pequeño", reconoce. "No obstante, al principio el Turbo solo era un sueño".
Poco más tarde este color volvió a aparecer en su vida cuando encontró el anuncio de un Porsche 928 en Alemania. Volvía a ser de aquel color tan extraño, pero el hecho de que se trataba de una versión con cambio automático hizo que lo dejara pasar... Algo de lo que más tarde se arrepentiría.
Su primer coche
'Trasteando' en Instagram, en 2020 se encontró con otro Porsche de color lila. Se trataba de un 924 que estaba en un concesionario alemán y lo compró sin verlo. Por fin tenía su Porsche color lila, pero la búsqueda de aquel color se había convertido en una obsesión y empezó a entender que con un coche de aquel tono ya no le bastaba. Además, de los 223 ejemplares que Porsche había sacado en Moonstone, 196 eran 924, por lo que encontrar aquel coche no había tenido tanto mérito.
Buscando y buscando, un día de 2022 encontró algo que le debió hacer palpitar el corazón. Alguien había anunciado un 911 SC Targa en aquel mismo color. El coche había estado en Estados Unidos, aunque en la actualidad se encontraba en Alemania, y era uno de los solo dieciocho 911 que había salido al mercado en aquel color... Se tenía que hacer con él y lo compró casi sin pensar.
A por el 928
Ya tenía su 924 y su 911. El tercer y último modelo que había salido en aquel color era el 928, del que se habían fabricado solo 9 unidades para todo el mundo... ¡Y él había dejado escapar una por tener cambio automático! Así que se puso en o con un mecánico de Porsche en Alemania y le pidió que le avisara si encontraba aquel Porsche 928 que una vez había podido comprar, o bien otro en ese mismo color.
El aviso funcionó, y al poco tiempo el mecánico le dijo que conocía aquel coche y también a su dueño. Así que Roeser se puso en o con el propietario, le hizo una oferta, y por fin se hizo con el coche que completaba su colección.
No lo recogió al instante. De hecho, el nuevo dueño tardó año y medio en recogerlo y fue ya en agosto de 2024 cuando por fin viajó a Alemania. Para entonces Roeser había tenido tiempo de prepararlo todo para hacer de su recogida un plan muy especial. Primero se fue con el coche al museo Porsche de Stuttgart, donde había quedado con Vlasta Hatter, una diseñadora que había formado parte del equipo de Porsche que creó el color Moonstone.
Había especulado un sinfín de teorías sobre el origen de aquel color, y por fin tenía a una persona que le aclararía su historia real. Allí, Hatter le explicó que para elegir el color exacto preparó un muestrario en el que había revistas de moda, fotografías de elementos de mobiliario y arquitectura, materiales tomados del mundo de la moda, etc.
Inspirado en las lilas
Sin embargo, le aclaró que "La inspiración provino de las lilas que brotan en mayo por todas partes. Ofrece diversos matices cromáticos y, después de hacer varias muestras, nos decidimos por este tono claro. No era pintura metalizada, sino que procesamos en ella pigmentos que hoy ya no están permitidos. A ellos se debe ese efecto".
No obstante, le explicó que el nombre Lila no parecía muy bueno y que Moonstone resultaba más interesante. Pero que aun así casi no se le hizo publicidad a aquel color y que no encajó en el espíritu de la época.
Por cierto, antes de abandonar Alemania con el coche rumbo a América todavía tuvo tiempo para encontrarse con otras dos unidades de color Moonstone. Una de ellas era un 924 Turbo que pudo ver en el Museo Alemán del Automóvil de Fichtelberg. Otro, un 928 igual que el suyo con cuyo dueño quedó a unos 100 kilómetros al sur de Stuttgart.
Seguro que en aquella cita aprovechó para decirle que, si vende el coche, él se se compromete ya a comprárselo.
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