Quién no desearía la estabilidad y la seguridad de un contrato vitalicio. En un mundo tan complicado como el deporte, supeditado al rendimiento inmediato y con muy poca memoria, más todavía. Precisamente por la falta de garantías, los equipos no quieren comprometerse por períodos de tiempo muy largos. Pero algunos afortunados, muy pocos, lo han conseguido.
Mads Pedersen ha sido el último en unirse a una corta lista de deportistas cuyos equipos confían tanto en ellos como para hacerles un contrato vitalicio. El ciclista del Lidl-Trek, absolutamente brillante en este inicio de Giro de Italia, anunció este miércoles su renovación de por vida con el mítico equipo estadounidense. Tiene un objetivo, y su equipo le da la confianza para trabajar en conseguirlo: "Mi esperanza para los próximos años de mi carrera es, sin duda, ganar el Monumento por el que sigo luchando, y creo firmemente que, con el apoyo de este equipo, será posible antes de que termine mi carrera”.
En el fútbol, los equipos españoles son pioneros
Ya no los contratos vitalicios, sino simplemente los contratos de larga duración son una anomalía en el ciclismo, un deporte que ha estado lastrado por las fluctuaciones de patrocinadores y la desaparición constante de equipos hasta del primerísimo nivel. Habla bien de la salud del deporte que los equipos sean capaces de hacer contratos para muchos años, como ha hecho Lidl-Trek o el Visma con Wout van Aert y Marianne Vos. Un deporte en el que ya había contratos vitalicios, y precisamente con protagonismo español, es el fútbol.
El Real Madrid fue el primer club en hacer contratos vitalicios a sus jugadores. Los elegidos fueron dos insignias del club, y recibieron el privilegio a la vez de manos de Ramón Calderón. El 14 de febrero de 2008, Iker Casillas y Raúl González renovaron de por vida con el conjunto blanco, hasta que ellos quisieran separar sus caminos. El contrato tenía una única cláusula: se renovaba automáticamente siempre y cuando cada uno de los jugadores disputara 30 encuentros por temporada.
Calderón anunció la noticia en un acto junto a Di Stéfano: "Hoy, que celebramos el día de los enamorados, decimos que Iker, Raúl y el Real Madrid se quieren, se necesitan, se complementan y por esa razón han decidido unirse de por vida". La relación con el Madrid, además, se prolongaría después de su retirada, permitiéndoles elegir qué cargo querían desempeñar fuera del terreno de juego. Este asunto se ha traído a colación en relación con el rendimiento de Raúl como entrenador del Real Madrid Castilla, ya que es el exdelantero el que tiene la potestad de decidir cuándo marcharse.
En la misma línea de respeto a las leyendas actuó el Barcelona con Andrés Iniesta. No obstante, su contrato vitalicio era diferente al de los jugadores del Real Madrid: sólo era válido mientras fuera jugador en activo del equipo culé. En su caso, las condiciones del acuerdo de por vida, firmado en 2017, implicaban que Iniesta tendría que decidir por sí mismo al final de cada temporada si quería seguir o no. Fue en el curso siguiente, el 2017-2018, en el que el de Fuentealbilla decidió marcharse rumbo al Vissel Kobe.
Más reciente es el caso de Jesús Navas. Su situación era muy particular, ya que su renovación vitalicia, firmada en mayo de 2024, implicaba que seguiría siendo jugador sólo hasta diciembre de ese año, pero después continuaría vinculado al club en el puesto que él quisiera. El de Los Palacios declaró entonces: "Mi deseo es continuar jugando hasta diciembre en una transición para ayudar al equipo. Será en esa fecha cuando decida colgar las botas con la camiseta con la que siempre soñé hacerlo, vestido de sevillista".
Otros deportes tienen tradición de contratos, si no vitalicios, sí de muy larga duración, como el béisbol, el hockey hielo o el fútbol americano, en Estados Unidos. Magic Johnson firmó el más largo de la NBA en 1984: 25 años con los Lakers, hasta que el jugador tuviera 49. En el fútbol europeo, la reciente renovación de Haaland con el City hasta 2034, así como la de Iñaki Williams con el Athletic hasta 2028, o las de Cole Palmer (hasta 2033), Nicolas Jackson (2033) y Enzo Fernández (2032) con el Chelsea, son ejemplos de contratos que no son vitalicios de hecho, pero sí de facto.
En el ciclismo, empezó Visma
En el ciclismo, el primer contrato vitalicio, en una acción sin precedentes, fue para Wout van Aert, con el equipo Visma. El belga, que tenía contrato hasta 2026, renovó en septiembre de 2024 con una duración indefinida, tantos años como dure su carrera. Aunque ni 2024 ni 2025 han sido temporadas completamente exitosas para él, Van Aert es el corazón del Visma, único equipo en el que ha corrido como profesional. Entonces, el director de Visma Richard Plugge dijo sobre el belga: "Vale para todo. Pero, al margen de eso, es un vínculo indispensable para nuestro equipo. Es un ciclista que hace que sus compañeros de equipo sean mejores gracias a sus consejos y su carisma".
Y no ha sido el único contrato vitalicio que ha suscrito el Visma. Apenas unos meses después de la firma del acuerdo con Van Aert, el equipo neerlandés anunció que una ciclista de su sección femenina iba a disfrutar del mismo privilegio: la leyenda Marianne Vos. La ciclista firmó ese contrato de por vida cuando ya tenía 37 años y ya era la ciclista más exitosa de la historia, con 255 victorias profesionales por entonces entre ruta, pista, ciclocrós y grava. Vos manifestó su alegría por el acuerdo: "Los recuerdos que hemos creado son como una carrera que nunca termina. Por eso he decidido, como Wout van Aert, estar aquí para siempre. No literalmente, pero al menos hasta el final de mi carrera".
Contratos vitalicios... con patrocinadores
Otro apartado de la vida de los deportistas en el que los contratos vitalicios son muy importantes es el de los patrocinadores. Algunas leyendas del deporte no han permanecido toda su carrera en un mismo equipo, pero sí asociados a una misma marca. Una tradición que empezó Michael Jordan con Nike allá por 1988. Aunque se retiró en 2003, ya ha percibido alrededor de 500 millones de dólares de la marca deportiva, muchos de ellos después de colgar las botas. LeBron James siguió sus pasos en 2015, cuando ya llevaba 12 años con Nike. La compañía lo anunció afirmando que esta relación para toda la vida "otorga un valor significativo para el negocio, la marca y los accionistas".
El tercer deportista en tener un contrato vitalicio con Nike fue Cristiano Ronaldo, en noviembre de 2016. Aunque no se desvelaron muchos datos, lo que sí quedó claro es que el acuerdo seguiría en vigor también después de su retirada. Como no podía ser de otra manera, pocos meses después, en febrero de 2017, Adidas siguió sus pasos con Leo Messi, con quien garantizó la colaboración hasta el final de su carrera.
Puma fue el siguiente, en 2018, otorgando un contrato vitalicio al jugador de baloncesto ya entonces retirado Walt Clyde Frazier. También Under Armour se sumó a la tendencia, acordando patrocinar de por vida a Stephen Curry. Después, tanto Adidas como Nike han seguido aumentando su nómina: la empresa estadounidense, con Kevin Durant, en abril de 2023, con quien se comprometieron a seguir apoyando sus iniciativas solidarias; la marca de las tres rayas, con Damian Lillard, en diciembre de 2024, justo cuando expiraba su contrato previo de 10 años.
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